Las micronaciones filosóficamente sanas tienen tres
características esenciales: son físicas, son serias y son lúdicas.
El “fisiquismo” viene a ser la conclusión a la que se llega cuando queda superada la
dicotomía somatismo-digitalismo. Cuando un micronacionalista aplica
coherentemente el principio de Objetividad, se percata de que una micronación digital
es un atentado filosófico en toda regla.
Sí, seguro que es legítimo decir “mi micronación es
digital y no podéis privarme de mi derecho a establecerla”, pero todo el mundo
comprenderá que una micronación asentada en un continente imaginario con
habitantes imaginarios y políticas imaginarias, todo ello dependiente del
arbitrio de una sola mente sentada frente a un ordenador, es una burda
violación de dos principios: el de Objetividad y el de Honestidad. ¿Cómo
podemos tomar como empíricos y fiables los datos de una micronación que depende
por completo del botón de “reeditar” de una única persona?
La seriedad de una micronación es imprescindible pues es también consecuencia de la
aplicación correcta del principio de Objetividad. Cuando llevas adelante un
proyecto como éste, es fundamental tratarlo como se merece, y considerarlo como
un fenómeno objetivo sujeto al estudio de las Ciencias Sociales. Cuando una
micronación no es seria (cuando por ejemplo es digital), la Objetividad y la
Honestidad quedan desplazadas por el estado de ánimo de quienquiera que
controle la micronación cómodamente desde su conexión a Internet.
El aspecto lúdico de una micronación no anula, como cabría imaginarse en un primer momento,
su seriedad. Una micronación no es un proyecto que se haga a desgana o por
obligación, como ya señaló Juan Carlos Valls Vandoma. El proyecto micronacional es fruto del placer, de la
voluntad creadora de sus promotores. Negar su aspecto lúdico es
negar nuestro derecho a disfrutar de nuestra producción.
Muy buen artículo. Me encantó. Ya es hora de que la gente empiece a ver las cosas bien. Salud.
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